El Arte Maestra: Un tratado de pintura novohispano

Entre los “borradores” de Cayetano de Cabrera y Quintero, el prolífico poeta y dramaturgo de nuestro siglo XVIII, que resguarda la Biblioteca Nacional de México, se halla un documento de primerísima importancia para el mejor conocimiento del arte novohispano, que había pasado inadvertido por los estudiosos de dicho período. Se trata de un manuscrito anónimo y sin fecha que Myrna Soto, tras un detallado y perspicaz análisis, ha identificado como un tratado pictórico atribuible a un pintor de la primera mitad del siglo XVIII: José de Ibarra. El Arte Maestra, que tal es su título, es —en palabras de Guillermo Tovar de Teresa en el “Prólogo” de este volumen— “el primer y único texto teórico relativo a una de las bellas artes de esa época en México, y acaso en América, hasta ahora conocido: un tratado de pintura escrito en el siglo XVIII por un artista, que sólo se tenía identificado como realizador de obras pictóricas”.

Conviene Tovar de Teresa en descartar como autor de dicho tratado de pintura al “erudito conservador de papeles” Cabrera y Quintero, “y ello por las muy plausibles razones expuestas por la autora de este trabajo”; en cambio, “sí parece ser obra —según explica Soto— del artista que elaboró el dibujo y la composición de la estampa que figura en el frontis de una famosa obra de don Cayetano, texto clave en la historiografía guadalupana, intitulada Escudo de Armas de México, impresa por Hogal en 1746”, esto es, su amigo el pintor José de Ibarra.

Tuvo Ibarra un destacado desempeño en diversos aspectos de la actividad pictórica de la Ciudad de México durante la primera mitad del siglo XVIII. Fue miembro de una Academia de Corrección de Dibujo y Pintura fundada por los hermanos Juan y Nicolás Rodríguez Juárez, que ya estaba en funciones en 1722, y a la que correspondió promover la “escuela murillista” en México, y “autor del texto de mayor alcance de cuantos forman los ‘Pareceres’ acerca del libro del pintor Miguel Cabrera titulado Maravilla Americana... (México, 1756), de tema guadalupano, donde al lado de los más importantes pintores de su tiempo (Morlete, Alcíbar, Vallejo, Osorio y otros), asume el papel de patriarca y decano del grupo, siendo calificado como el ‘más antiguo en dicha profesión’, del mismo modo en que lo hace cuando muy poco antes se constituye una Academia de Pintura entre 1753 y 1754, consecuencia de la fundación de la de San Fernando de Madrid (1752) y precedente de la de las Tres Nobles Artes de San Carlos, establecida décadas después, hacia 1783”. Fue asimismo Ibarra quien en diferentes ocasiones encabezó la lucha a favor del reconocimiento de la pintura como arte liberal.

“El profundo conocimiento de quien en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (UNAM) discurrió durante muchos años con la mayor autoridad sobre ‘Las fuentes de la literatura artística’, se pone de relieve en el magno conjunto de anotaciones” que la autora de este libro “realiza acerca de un desconocido texto de Ibarra”, con el propósito de insertar este breve tratado novohispano dentro de la tradición a la que pertenece: los grandes tratados de pintura europeos.