Invitación al baile: Arte, espectáculo y rito en la sociedad mexicana (1825-1910). Tomo 3

El baile, ensueño mágico, ilusión fugaz en su ligero recreo de ocio y placer, fue la diversión más favorecida del siglo XIX y la primera década del XX. Como bien lo definió el revistero social Niceto de Zamacois, el baile era el “grato paréntesis de la vida real” donde el ánimo se sepa-raba del amargo drama de la existencia.

Clementina Díaz y de Ovando abre ese paréntesis que va desde los primeros años del México independiente y a todo lo largo del siglo XIX hasta la primera década del siglo XX e indaga en los bailes efectuados en la capital de México y registrados puntualmente en la crónica social de los diarios: oficiales, los que celebraban los fastos patrios, los de los casinos y legaciones de los países con los que el país tenía relaciones diplomáticas: Francia, Inglaterra, los Estados Unidos, España y otras naciones; los de la créme de la créme de la sociedad, los de la opulenta y ostentosa burguesía, marcada con el signo del positivismo y otros de gran resonancia, como los bailes de los salones y clubes que proliferaron en gran cuantía.

En las páginas de Invitación al baile desfilan —más bien danzan— las sabrosas revelaciones de El Duque Job, Titania, Juvenal, Amneris y otros periodistas que se ocuparon de las celebraciones a la musa Terpsícore. Además de las diversas formas de baile —vals, polka, mazurca, two steps, cake walk— el lector encontrará datos importantes para la historia de nuestra metrópoli: descripciones de inmuebles como el Palacio de Minería, el Teatro Nacional y la ex Aduana, entre otros; inventarios de las artes decorativas y listas de los concurrentes a los salones de baile para armar curiosas genealogías.

El primer tomo de esta obra abarca desde los bailes realizados en 1825 hasta los de la presidencia de Manuel González (1880-1884). El siguiente tomo se ocupa del segundo periodo presidencial de Porfirio Díaz (1884-1910). Ambos volúmenes están acompañados por ilustraciones de revistas y periódicos de la época. El paréntesis se cierra como todo buen baile: con un cotillón conformado por un anexo de 246 documentos.